Origen

Origen es el nombre de la última película de Cristopher Nolan, protagonizada por Leonardo di Caprio. En ella, el protagonista y su equipo actúan como manipuladores de sueños. En el film, tienen la misión de entrar en el sueño de un industrial, con la finalidad de cambiar sus objetivos en relación con la empresa familiar que ha heredado de su padre. Los manipuladores pretenden que el heredero renuncie a liderar con su empresa el mercado, con lo cual en lugar de incrementar el negocio debe querer reducirlo.

La escenografía y los efectos especiales nos sumergen de lleno en el terreno onírico; fácilmente nos perdemos entre los diferentes niveles del sueño y de los soñantes. El final despierta controversias y deja numerosos interrogantes.

Afortunadamente, el tema entra por completo en la pura ficción, no es posible entrar en el sueño de otra persona, intervenir y pasear por él como si fuera un escenario. Si esta tarea fuera posible, nuestra vulnerabilidad carecería de límites, seriamos fácilmente manipulables. El film se inspira directamente de la teoría freudiana y maneja conceptos importantes como el valor de la infancia y el determinismo de nuestra vida psíquica.

El nombre origen evoca: principio, algo primigenio y lugar de gestación, en el caso que nos ocupa, gestación de valores, actitudes, deseos, expectativas… ¿Afirmamos que todo esto está presente en el sueño? ¿Aquello que rige nuestra conducta se encuentra en lo más recóndito de nosotros mismos? ¿El sueño es su exponente? Hay verdad en todo esto.

Desde Freud afirmamos sin ambages que la parte consciente ocupa sólo una parte de nuestro psiquismo. Hay ideas, anhelos, deseos invisibles a la consciencia, que ejercen una profunda influencia en nuestros actos y pensamientos. Hay en cada uno de nosotros una parte desconocida inscrita en nuestro disco duro personal.

En el film se escenifica el último nivel del sueño con una imagen que corresponde al mundo de la infancia de la protagonista, se visualiza su habitación y en ella la casa de muñecas, cuyo interior alberga la idea princeps que explica su conducta. En la infancia se fraguan las bases de nuestra personalidad. Las vivencias, las ideas y las fantasías de entonces se inscriben y enraízan de tal modo que extienden su influencia en la vida adulta, en nuestro hacer cotidiano. En lenguaje técnico denominamos fantasma al conjunto de estos contenidos, los cuales determinan nuestra peculiar manera de ver, entender y vivir el mundo que nos rodea, nuestra relación con los demás y con nosotros mismos. Vivimos, sentimos, actuamos en función de nuestro programa personal y singular.

¿Qué valor damos a los sueños? En general, no mucho; o bien los sumergimos en el olvido, o bien, si hemos sufrido una pesadilla, lo primero que formulamos es “sólo era un sueño”. Es innegable que a veces la emoción que despierta un sueño nos embarga toda la jornada; no es, en absoluto, un material banal. En catalán hay un dicho: “El que tiene hambre sueña pan”. El sueño realiza un deseo y cumple una necesidad, el hambre, tal vez el primer malestar experimentado y el primer placer al saciarlo. Primicias inscritas en el origen (valga la redundancia) de nuestro mundo psíquico.

Este artículo tiene como objetivo incentivar el valor que damos a nuestros sueños, auténticos relatos de los cuales somos autores exclusivos. El contenido de los sueños nos pertenece, es vital para nuestro psiquismo, constituye un valioso drenaje para: emociones, fantasías, anhelos, expectativas, miedos, angustias… ¿Nos atreveremos a menospreciarlos?

Entrada: http://www.divanelterrible.com/origen/

Previous
Previous

Esto es lo que puedes hacer para ayudar a tu hijo con sus terrores nocturnos

Next
Next

Salvador Dalí, la creación de un personaje