Acerca de la transferencia

La cura analítica transcurre en transferencia, ésta es uno de los pilares de la cura y se dice que ella es la puesta en acto de la realidad inconsciente.

Transferencia es sinónimo de lazo afectivo, lazos que se organizan en la infancia y están presentes en todas las relaciones del sujeto. Reconocemos sus rasgos en las relaciones, familiares, de trabajo, de amistad… Y también en la relación que el paciente establece con su analista. El sujeto actúa movido por su propia transferencia pero los interlocutores también y de ahí todas las vicisitudes imaginadas.

El psicoanálisis es el lugar donde la transferencia se puede analizar: se manifiesta en los lapsus, sueños o por el relato y siempre es un material valioso, aunque no se interprete directamente. El analista se presta a recibir transferencias, hace de intérprete.

M. es un paciente de mediana edad, lleva tiempo analizándose y un día viene a la sesión con retraso, cuenta que está disgustado con un empleado suyo, que tiene una relación laboral semanal por horas: le parece que rinde poco, que viene menos tiempo del pactado. La última semana había un día festivo y el empleado acudió un día diferente al habitual y olvidó recoger el dinero que M. le había dejado. El mismo día que M. acude al análisis el empleado fue a trabajar a la casa de M. comunicándole que el día anterior olvidó recoger el dinero. M. comenta que hoy no le ha pagado, permitiéndose un cierta revancha. En su análisis, M. paga semanalmente; en la puerta me comenta que no ha podido traer el importe acordado, ante lo cual digo: «Como ha pasado con su empleado». La reacción fue de sorpresa, silencio, una excusa y una sonrisa…

En la situación comentada, hay una encrucijada de identificaciones: por un lado M. se retrasa en una tarea a la que está comprometido, una situación parecida a la de su empleado, pero al final ejerce el poder de empleador no pagando aquella semana como hizo con su empleado. El problema de M. es en relación a dominar-ser dominado. En múltiples ocasiones siente que quieren someterlo, que los otros ejercen una autoridad sobre él, que quieren manejarlo. Con ese acto, M. se sitúa de un modo diferente, ejerce una cierta parcela de poder. El análisis conlleva frustraciones necesarias: no es extraño que pudiera haber descontento. Mi intervención en el momento de la despedida, tuvo el valor de interpretación. M. entendió el mensaje, se disculpó, pero el valor principal es que el lapsus permitió esclarecer aspectos de su posición subjetiva.

Artículo publicado en Diván el Terrible: http://www.divanelterrible.com/acerca-de-la-transferencia/

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